Tengo que encontrar un sitio donde esconder mis deseos. No me refiero a los deseos insignificantes o a los canijos, como tomar helado a todas horas o comprarme unos zapatos nuevos porque los que tengo ya no los soporto. Ese tipo de deseos los puede ver todo el mundo, me importan un pimiento. Me refiero a los otros, esos tres que de repente se ponen a crecer y aumentan de tamaño. ¡Ah!, esos no me apetece que nadie los conozca nunca. ¡De ninguna manera!

He hecho de todo para librarme de ellos. Pero no sirve de nada, ¡qué va! En cuanto me distraigo un poco, vuelven a aparecer. Ayer mismo, mientras cenaba, de pronto pensé:"¡Caray, cuántos años faltan para que sea mayor!". Y en ese momento mi deseo de hacerme mayor empezó a crecer y tuve que salir corriendo para que nadie lo viera.
Hace tiempo que tengo estos deseos. Aunque el mes pasado apareció otro: el deseo de escribir.
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