martes, 15 de enero de 2019

Plan lector enero: El collar de caracoles

Era la víspera de la marcha de Chano. "La Estrella" zarparía aquella madrugada, en cuanto completase la carga, para amanecer en San Sebastián. Tendría que estar a bordo al anochecer, si no quería atravesar el campo en plena noche. Esto le acaba de decir el patrón del barco en Guía de Isora. Todo simpático aquel patrón. No le quiso cobrar pasaje, por tratarse de un compañero. Devolvería a Roque los cuartos que le prestó; ya no los precisaba. En cambio le quedó un enorme desconsuelo por no haberse decidido a comprar aquellas vistosas sandalias de campo que vio en una venta, cerca del embarcadero. Pero no era cosa de hacer un regalo a Cayaya con el dinero del abuelo. Mañana se las compraría en La Gomera.
¡Mañana, al fin! ¿Cómo encontraría a su madre? ¿Cómo reaccionarían los amigos al verle aparecer sano y salvo, después de tantos días...?
Todo esto iba pensando Chano durante su regreso a los sitios ya familiares de la montaña. Era mediodía y el sol picaba de lo lindo, cuesta arriba. No era lo mismo que recibirlo en la mar.
Avistó a Cayaya desde lejos, sentada bajo aquel viñátigo frondoso y poblado de capirotes. Estaba vuelta hacia la mar y tan abstraída que no se percató de su proximidad hasta oír su voz burlona junto al árbol:
_¿Estará dormida...?
_¡Chano! ¡Por fin!... Siéntate y come. Vendrás rendido, pobrecillo.

El collar de caracoles, Félix Casanova de Ayala


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