Por Micaela Obregón (1º Bachillerato G)
¿Recuerdas tu primer día de clase? ¿Aquel en el que te
adentraste por primera vez en el Viera? Yo desde luego que sí. Por más que
hayan pasado casi cuatro años desde aquel día tan especial, ese momento sigue
grabado en mi memoria a pesar de todo.
Seguro que te acuerdas de ver a aquel enorme salón de actos
lleno de gente que apenas conocías. De recorrer aquellos largos pasillos en
busca de la clase perdida. De ese momento en el que de repente tenías que
aprenderte una veintena de nuevos nombres y saber que a primera hay Lengua y no
Mates. O de ver pasear por los pasillos a aquella gente
tan «guay» de Bachillerato a la cual admirabas secretamente. Incluso de esos
interminables segundos que faltaban para que tocase la campana y poder salir al
recreo. Bueno, esto último se ha convertido prácticamente en una dolencia
crónica en cualquier estudiante, pero seguro que recuerdas todo esto. ¡Qué
tiempos aquellos!
Ahora soy una veterana del Viera. Llevar cuatro años
paseando por este peculiar, pero encantador edificio, me ha llenado de
experiencias gratas y momentos inolvidables, pues aquí he pasado la mayor parte
de estos años. Sin embargo, aunque para muchos os resulte un esfuerzo enorme
venir todos los días aquí, nunca perdáis la ilusión. ¿Quién sabe? tal vez mañana
o pasado pase algo increíble entre estas ancianas paredes.
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