jueves, 14 de febrero de 2019

El machismo en la literatura juvenil III

Por Iris Paz García (1º Bachillerato F) y Tayanni Maillard (1º Bachillerato H)


_ ¿Y ese nuevo look?_ pregunta por fin una vez que hemos salido de la autovía.
_Pues..., bueno, supongo que Steph quería que probara algo diferente conmigo_digo.
Mantengo la vista fija en los edificios que van pasando al otro lado de la ventanilla. La música heavy que le gusta escuchar está sonando de fondo.
_¿Es un poco excesivo, no crees? _ pregunta, y yo cierro los puños sobre el regazo. Ya sé su plan de hoy: insultarme todo el camino de vuelta.
_No hacía falta que me llevaras a la residencia, ¿sabes?_ Apoyo la cabeza contra el cristal en un intento por crear todo el espacio posible entre nosotros.
_No te pongas a la defensiva; lo único que estoy diciendo es que tu pequeño cambio de imagen es un poco extremo.
_Pues me alegro de que no me importe lo que pienses, pero teniendo en cuenta lo poco que te gusta mi apariencia normal, me sorprende que no te parezca que estoy mejor así_ le suelto, y cierro los ojos. Ya estoy agotada de estar con él, y está absorbiendo las pocas energías que me quedan.
Lo oigo reírse entre dientes, y apaga la radio.
_Yo nunca he dicho nada malo sobre tu aspecto. Sobre tu ropa, sí, pero sin duda preferiría verte con esas horrorosas faldas largas que con este vestido.

Una de las formas más visuales que tenemos del machismo es el control sobre la persona a la que supuestamente “se ama” y en este caso lo vemos reflejado de manera clara, sin ningún tipo de tapujo. Este chico no deja que su novia, que tiene total libertad para vestirse como ella desee, tenga este derecho que le pertenece por el simple hecho de ser persona. Controla el como se viste usando como pretexto que esta es una forma de incitar a los demás de su género de forma sexual, y que es esto lo que ella esta buscando. Además, demuestra posesividad puesto que se posiciona a favor de que ella no se muestre delante de otros hombres que puedan sentirse interesados en ella, aunque ella no les corresponda.

_No lo sé... Querría saber si todo iba bien._ Me encojo de hombros y me siento a su lado.
_No tiene por qué saber cómo te va _espeta.
_No es para tanto, Hardin. Lo conozco de toda la vida.
Su mirada es gélida.
_Me importa un mierda.
_No seas ridículo. ¿Acabamos de mudarnos a vivir juntos y te preocupa una llamada de Noah? _replico.
_No tienes por qué hablar con él. Seguro que cree que, como le has cogido el móvil, quieres volver con él. _ Se pasa las manos por el pelo.
_No, no cree nada de eso. Sabe que estoy contigo. _Intento controlar mi pronto.
Hardin señala el móvil de mala manera.
_Pues entonces llámalo ahora mismo y dile que no te llame nunca más.

Tessa ya ha dejado a su antiguo novio para poder estar junto al protagonista de esta historia, aun así, el joven parece desconfiar de todo lo que se acerca a la chica, alejándole de sus amigos y obligándole a cortar el contacto con todo aquello que no gire alrededor de él.

_¡No! Si no admites que no has venido aquí a por mí, volveré ahí dentro y me iré al cine con Zed_ digo, y noto su mandíbula tensa.
"Lo sabía." No sé qué pensar acerca de esa revelación, pero de alguna manera sabía que lo que Hardin no quería era que fuese al cine con Zed, y esa es la única razón por la que está intentando salir conmigo ahora.
_Admítelo, Hardin, o me largo.
_Vale, sí, lo admito. Y ahora sube al puto coche. No voy a volver a pedírtelo _ dice, y se dirige al lado del conductor.

He aquí otro claro ejemplo de un comportamiento abusivo y controlador por parte de Hardin. Tessa es plenamente consciente de que las intenciones del protagonista masculino van más allá de invitarla “a salir”. Sabe que ella ya tenía planes de ir al cine con otro chico y pretende alejarla de él lo más rápido posible. Quiero alejarla de cualquier presencia masculina que sea ajena a la suya propia, pero esconde sus motivos bajo una apariencia de buenas intenciones y, para cuando Tessa consigue sonsacárselos, lejos de disculparse por una conducta tan infantil como posesiva, responde de manera tajante que se suba de una vez al coche y que no lo volverá a decir. Como una amenaza. 

Tessa es completamente vulnerable y parece que no es capaz de asimilar la gravedad de la situación. Comprende cuáles son las verdaderas intenciones de Hardin pero dice que “no sabe qué pensar acerca de esa revelación”. Confunde la conducta manipuladora de su novio con celos, atribuyendo estos últimos al amor que éste le profesa. Ella llega a creer que si él está preocupado por detalles como esos es porque muestra interés por ella y porque le preocupa. 
A la mujer se le niega la posibilidad de tomar el control de su propia vida y de pasar su tiempo de ocio de la manera en la que ella desea y con quien desea. Ella tiene que estar siempre junto a él, no puede comunicarse con ningún otro hombre a no ser que sea inevitable. Y todo esto se encubre con la excusa de que él la quiere tanto que no puede soportar que ella esté junto a otros. Poco se habla, sin embargo, de la agresividad y brusquedad con la que la trata y de cómo la intenta engañar desde el principio.



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